lunes, 15 de junio de 2009

Simone de Beauvoir - La sangre de los otros

“El pequeño de Luisa había muerto. Se esforzaba por contemplar la imagen; Luisa lloraba. El ya no lloraba. Y aún, a través de la imagen fija y transparente, seguía con los ojos la presencia de los trajes malvas, verdes, rosas; y los deseos renacían: deseos de morder esos brazos cremosos, de hundir la cara en esas cabelleras, de rozar como un pétalo las sedas ligeras. El pequeño de Luisa había muerto. En vano. No con mi desdicha. No es mi muerte. Cierro los ojos y permanezco inmóvil; pero es de mí de quién me acuerdo y su muerte entra en mi vida: yo no entro en su muerte (…) mientras Luisa lloraba, la falta de llorar mis lágrimas y no las suyas. La falta de ser otro”

No hay comentarios:

Publicar un comentario